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Isnotú vio nacer al “Médico de los pobres” hace 158 años

El 26 de octubre de 1864, el pequeño pueblo de Isnotú, en el estado Trujillo, vio nacer a José Gregorio Hernández Cisneros, conocido en vida por su bondad, rectitud y fervorosa dedicación en aliviar el sufrimiento humano, siendo el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla.

A la edad de 13 años, el trujillano deseaba estudiar Derecho, pero su padre le alentó a cursar la carrera de medicina, consejo que seguiría al ingresar a la Universidad Central de Venezuela (UCV) en el año 1881 y que lo llevaría a enamorarse de su vocación.

El 29 de junio de 1888, se graduó con el título de Doctor en Medicina. Ya para entonces hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano, dominaba el latín y tenía conocimientos de hebreo, era filósofo y músico con profundos conocimientos en teología.

Cursó estudios en Europa y se preparó en Microbiología, Histología Normal, Patología Bacteriología y Fisiología Experimental. Al regresar a Venezuela se instaló en Caracas, pero lo que lo caracterizaba era la devoción con la que atendía a sus pacientes; en algunas ocasiones no percibía ningún ingreso por las consultas si el paciente no tenía como pagarle y, en algunos casos, adquiría los medicamentos para sus pacientes. Desde ese momento ya era considerado un santo.

José Gregorio, “Siervo de Dios”

Desde esa forma de ser y pensar, se formó como médico.

Fue una inclinación natural que mostró desde pequeño, pero no como cualquier médico, se formó en bacteriología y enfermedades endémicas y ejerció remarcando que se preparó para atender a sus enfermos.

Esta vocación de servicio la cultivó José Gregorio Hernández cumpliendo un itinerario, una disciplina personal que le valió hasta para los momentos más difíciles de su vida.

Prescindiendo de las estadísticas o datos oficiales, es posible decir que el médico nacido en Isnotú es uno de los personajes más queridos en la historia de Venezuela. Los altares levantados en su nombre están en casi todos lados, así como también monumentos con su figura, además de templos y hospitales.

El nombre de José Gregorio Hernández fue puesto a la orden de la Iglesia católica con el calificativo “médico de los pobres”. No obstante, su don de empatía y su modo de vivir en valores hicieron que trascendiera las barreras de las clases sociales para convertirse en el “médico de todos”.

Más allá de su muerte

El 29 de junio de 1919, el Dr. José Gregorio Hernández falleció al golpearse la cabeza con el borde de una acera, luego que un automóvil lo atropellara en la esquina de Amadores en la parroquia La Pastora, en Caracas.

Desde su muerte, al “Siervo de Dios” se le ha descrito como un hombre excepcional que decidió compartir la mayor parte de su vida terrenal con los más desposeídos, bajo la gracia de Dios.

La vida, las buenas acciones y los milagros del médico venezolano han trascendido a lo largo de los años, generación tras generación.

Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández

Buena parte del pueblo venezolano asegura que son innumerables los milagros realizados por Hernández Cisneros a través del tiempo, pero uno de los atribuidos a él fue elemental para avanzar en su proceso de beatificación, la cual se realizó el pasado 30 de abril en Caracas.

La intervención milagrosa tuvo lugar en el caso de Yaxury Solórzano, una niña de 10 años, quien fue herida de gravedad al recibir un disparo en la cabeza en el caserío Mangas Coveras del estado Guárico. De acuerdo a la madre de Solórzano, cuando la pequeña fue atendida en el Hospital General Dr. Pablo Acosta Ortiz del estado Apure, el siervo de Dios apareció en la habitación del centro médico y le aseguró que la niña se recuperaría.

A este milagro se suman muchos casos de sanaciones en todo el país. Por ello, la fe de los venezolanos y las venezolanas hacia “el médico de los pobres” se ha vuelto inquebrantable de generación en generación.

Actualmente, los restos del Dr. José Gregorio Hernández reposan en la iglesia en La Candelaria, ubicada en Caracas.

Prensa Minfinanzas/ Keyling Vargas