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La Libertadora del Libertador

Una vida de amor y de aventura

Entre armas, batallas y aventuras comenzó esta historia que fue trascendiendo en diversos rincones de Hispanoamérica, dos guerreros amantes de la libertad. Hoy en honor a la pasión de estos próceres se conmemora el Bicentenario del eterno amor del Libertador Simón Bolívar y la independentista Manuela Sáenz.

A pesar de ser grandes líderes combatiendo batallas había una en específico que aún no ganaban, sin embargo, eso no los hizo perder su ímpetu y siguieron luchando, hasta que varios años más tarde Ecuador entre armas y heridos se convirtió en la cuna de amor de la libertadora del libertador.

Un amor que trascendió en la profundidad de nuestros corazones, y que hoy nos hace un llamado a la reflexión, un llamado que nos inspira y toca nuestra alma al reconocer que como bolivarianos formamos parte de esta historia.

“Bolívar el osado, el poeta, el Libertador, el del alma enamorada, el que se dejó llenar del único sentimiento que nos libera y nos salva: el Amor. Y Manuela, la valiente, la dama, la reina, la Caballeresa del Sol, la soldado Húsar, la Coronela del Ejército Libertador, la de las palabras agudas que cortan el viento, la de las palabras sublimes que acarician las tormentas, la musa misma, la libertadora del Libertador, la única de suficiente puntería para atravesar el corazón de Su Excelencia”.
Blagdimir Labrador Mendoza
Autor del libro Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón.

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Inició el romance

El 16 de junio de 1822 inició uno de los romances más conocidos de Latinoamérica. El destino jugó sus cartas, cuando Simón Bolívar tras salir triunfante luego de las batallas de Bomboná y Pichincha llegó a Quito, ciudad que vería nacer su romance.

Por su parte, Manuelita en compañía de su padre se encontraba en Quito para colaborar activamente con las fuerzas libertadoras llevando y trayendo información, mientras curaba a los enfermos y realizaba donaciones de víveres para los soldados que participaban en el combate.

Como cuento de hadas, ésta historia comenzaría mientras Bolívar entraba triunfante al mando de tres mil soldados a Quito y ella, desde la baranda de su casa, le arrojó una corona de laureles que rozó su hombro y lo obligó a mirarla. En unas de sus cartas así lo describió, “Un inesperado temblor pobló mi alma y mi cuerpo durante un segundo eterno (…). Desde ese momento mi vida le perteneció para siempre. Me había conquistado el halo del héroe magnífico y su indudable esplendor”.

Horas después, durante el ¨Baile de la Victoria¨ con motivo de la bienvenida en honor al libertador, se conocieron personalmente y fue allí cuando surgió el amor entre ambos.

Durante el baile de bienvenida al libertador, él le manifiesta, “Señora: si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a España”. Manuelita decide abandonar a su actual esposo, y se convierte en amante y compañera de lucha durante 8 años del libertador.

Años más tarde, en carta al militar italiano Giuseppe Garibaldi, citada por Juan Pablo Llinás en su libro “Simón Bolívar visto por Manuela Sáenz”, la enamorada describe el contexto de lo ocurrido ese día, “Esa noche bailamos los valses de moda. A ratos lo sentí apretarme la mano y al tiempo mirar mis ojos en la búsqueda de saber hasta dónde podía avanzar (…). Después salimos al patio interno de la casa (…). Antes de regresar tomó con su mano mi barbilla y me besó en los labios”.

A partir de entonces tendrían una relación pasional. Manteniendo encuentros furtivos mientras sus vidas seguían rumbos separados continuando con sus luchas y batallas. Sin embargo, a pesar de la distancia y los problemas que pudieran generarse en su camino, los detalles y la comunicación nunca faltaron.

Mientras Manuela participaba activamente en la consolidación de la independencia del Ecuador, a la hora de sofocar algún levantamiento, llevaba con honor un uniforme que le fue obsequiado por Bolívar.

La Libertadora del libertador

Luego de ser aprobada la Constitución para las Nuevas Naciones, Manuela decide viajar a Bogotá para encontrarse con su amado, militando activamente en el Partido Bolivariano y se encargaba de llevar los archivos del Libertador. Durante el día vestía de soldado y junto a sus fieles esclavas se dedicaba a patrullar la zona.

El 25 de septiembre de 1828, gracias a su intuición y gran habilidad salvó a su amado de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander, enfrentándose a los conspiradores luego de obligar a su protegido a bajar por una ventana. Cuando pasó el peligro y Bolívar pudo regresar a su residencia, elogió a Manuelita con el apodo con que la conoce la historia: “Eres la Libertadora del Libertador».

Tanto era la admiración por su amado, que solía organizar reuniones en su casa, donde hacía burlas de los enemigos del Libertador; la «quema de Santander» era una de sus actuaciones preferidas.

Tiempo después, todo fue diferente. Bolívar desistió de su mandato extremo, convocó al Congreso a elaborar una nueva Carta Política y renunció a la Presidencia.

Mientras Manuelita lo recuerda con frases conmovedoras que dejan al descubierto el anhelo por su amado, “al llegar a casa, besa mi mejilla por última vez. No pude conseguir que me permitiera acompañarlo (…). Me promete volver, pero el instinto me dice que parte para siempre de la ciudad y de este mundo (…). Nada le resta. El pesimismo lo consume. Ha perdido la ilusión de vivir”, describe con sentimiento en una de sus cartas.

La historia de amor entre Simón Bolívar y Manuelita Sáenz, será recordada como un romance muy pasional, que, con el paso del tiempo, se convirtió en un amor maduro y real. Ni la nacionalidad, ni la distancia pudieron cambiar los sentimientos de dos almas que fueron hechas el uno para el otro.

MinFInanzas/ Esther. B, Oryerlis. A