Corría el 24 de julio de 1998, fecha que no sólo cobra importancia por celebrarse el el nacimiento de nuestro Libertador Simón Bolívar, sino que también fue el día escogido por el Comandante Eterno Hugo Chávez para inscribir, como candidato del Movimiento Quinta República (MVR), su primera candidatura a las elecciones presidenciales de 1998.
Ese día, el líder de la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, acudió al entonces Consejo Supremo Electoral, acompañado por un pueblo que ponía en el Hugo Chávez candidato, todas sus esperanzas para poner fin a tantas injusticias, abandono y desmanes de los gobiernos adecos-copeyanos del puntofijismo.
Sin duda alguna, que ese día comenzaba el camino político y electoral del líder revolucionario a quien el pueblo día tras día, año tras año le juraba lealtad, no sólo porque acabó con el puntofijismo, sino que empezó a hacer realidad el sueño de un verdadero cambio. El pueblo comenzó a despertar de esa desesperanza en donde lo habían sumido, y de ese letargo que lo mantenía sumergido en la miseria.
La voz de ese hombre que había pronunciado el “Por ahora”, volvía a llenar de vida a ese pueblo que estaba dispuesto a acompañarlo en el impulso de la Revolución Bolivariana.
Durante su discurso ante la multitud que lo acompañó a inscribir la candidatura a su primera elección presidencial, el Comandante Hugo Chávez se comprometió a asumir la reconstrucción del país.
Aquel 24 de julio de 1998, el Comandante Eterno Hugo Chávez, dijo: “Soldado como soy le pido a ese Dios nuestro, que esté a la altura de este momento, de un sentimiento colectivo, a la altura para interpretar a cabalidad la hora que representamos, la hora de renacer de un proyecto histórico”.
No obstante, Chávez estaba claro que los tiempos que venian no serián fáciles. «Llegar a la Presidencia, obtener un triunfo resonante, no será lo más difícil. Eso anda en la calle, retumba por todas partes. Lo más difícil comenzará a partir del momento en que un nuevo Gobierno, un nuevo cuadro de fuerzas políticas y sociales asuman las riendas de la reconstrucción del país…”, alertó entonces.
En una nota publicada en el portal del Ministerio del Poder Popular para la Información y Comunicación, se señala que “quienes escuchaban su discurso abrigaban la esperanza, pues su líder también había prometido cambiar la Constitución de 1961, mediante la convocatoria del poder originario del pueblo y la instalación de una Asamblea Constituyente, con la finalidad de voltear la mirada hacia el pueblo olvidado históricamente y visibilizar a las minorías”.
Camino nada fácil, pero el pueblo le cumplió a su líder con lealtad y amor, los mismos sentimientos que él había sembrado en el soberano.
Desde que Hugo Chávez Frías anunció su candidatura presidencial, las cúpulas de los grandes partidos políticos que gobernaron al país durante muchos años, no dudaron en enfilar todas sus baterías en contra de quien ya sabían no iba hacer fácil vencer.
Acostumbrados a utilizar cualquier cantidad de artimañas para nublar a quienes ponían en peligro su permanencia en el poder, los partidos políticos de la derecha empezaron a atacar a ese hombre que se perfilaba ya, no sólo como el próximo presidente del país, sino también como el líder de un proceso revolucionario que alimentado por el apoyo de su pueblo, no se dejaría vencer.
Fue así, que el 22 de abril de 1997, fecha del lanzamiento de su candidatura, Chávez descartó aliarse con los partidos políticos tradicionales, Acción Democrática (AD) y Copei, decisión que fue aplaudida por la mayoría del pueblo venezolano y por otros partidos políticos minoritarios, como el caso del Movimiento al Socialismo (MAS), que el 11 de junio anunció su respaldo a la candidatura de Chávez, a pesar de que uno de sus altos dirigentes, Teodoro Petkoff, se opuso.
La ruta hacía la presidencia por parte de Hugo Chávez seguía en ascenso, mientras que el bipartidismo (AD y Copei), desesperados porque sus candidatos, Luis Alfaro (AD) e Irene Sáez (Copei), no estaban ni cerca del apoyo mostrado por el pueblo al candidato del Movimiento V República, toman la decisión vergonzosamente histórica de desechar a sus candidatos para apoyar a Henrique Salas Römer.
Definitivamente una decisión desesperada e inútil, pues ya el amor y la lealtad del pueblo hacía el Comandante Eterno Hugo Chávez era indetenible, hasta el punto que el 6 de diciembre de 1998, Hugo Rafael Chávez Frías ganó la elección presidencial con 3.673.685 votos, lo que representaba un 56,20 %, mientras que su oponente más cercano, Henrique Salas Römer, obtuvo el 39,97 %, Irene Sáez Conde (2,82 %) y Luis Alfaro Ucero (0,42 %).
De esta manera, a pesar de todos los obstáculos, la decisión del pueblo venezolano en las urnas electorales puso fin a una etapa de 40 años (1958-1998) signada por injusticias, exclusión social, y una corrupción galopante que sumía cada vez más al pueblo en una pobreza extrema.
Hoy el pueblo tiene la satisfacción, no sólo de haberlo acompañado para que llegara a la presidencia en 1998, sino que desde entonces no lo abandonó nunca, así como el tampoco abandonó a su pueblo, a ese pueblo por el que siempre luchó y por el que trabajó para lograr brindarle el máximo bienestar social.
T: Prensa Vicepresidencia