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A 202 años del abrazo entre el Libertador Simón Bolívar y el general español Pablo Morrillo

El 27 de noviembre de 1820, en el pueblo de Santa Ana en el Estado Trujillo, se efectuó una entrevista entre El Libertador Simón Bolívar y el general español Pablo Morillo, donde se llevaron a cabo la concentración y firma de los Tratados de Armisticios y Regularización de la Guerra, poniendo el cese por un breve período de las hostilidades, humanizando la lucha con la aplicación del derecho de la guerra, mejorar el trato y considerar a los prisioneros para un canje.

Esta reunión contó con la participación de representantes del gobierno español, tales como Juan Rodríguez del Toro, quien fungía como el alcalde primero de Caracas, el brigadier Ramón Correa, jefe superior político del Venezuela y Francisco González de Linares, un personaje cercano a los jefes realistas, así como también comisionados de los republicanos.

Todos los tratados fueron firmados por los representantes en la ciudad de Trujillo, primeramente, el 25 de noviembre de 1820 se rubricó el armisticio, luego el día 26 la Regularización de la Guerra, pero no fue hasta el 27 de noviembre que ambos documentos fueron ratificados por Bolívar y Morillo.

Por su parte, Morillo le escribió al brigadier Correa el 24 de noviembre, diciéndole que después de firmado el armisticio desearía “tener una entrevista con el general Bolívar para darle un abrazo y que nos tratemos como amigos”, y sugería como lugar el pueblo de Santa Ana, equidistante entre los 2 campos contendientes.

Asimismo, El Libertador estuvo de acuerdo con la decisión, y es cuando ambos se dirigieron al pueblo, acompañados por una corta comitiva de oficiales, edecanes y los que firmaron los acuerdos.

Al acercarse Bolívar, Morillo salió a su encuentro. Los 2 descabalgaron y se abrazaron. El general español tenía preparada una comida, en la cual participaron todos, intercambiándose numerosos brindis.

Se cree que, entre estos, ha quedado escrito uno de Morillo, quien dijo así: “Castigue el cielo a los que no estén animados de los mismos sentimientos de paz y amistad que nosotros”.

Otro brindis, publicado como el anterior en el Correo del Orinoco, pero sin señalar su autor (que bien pudo ser Bolívar) fue el siguiente: “A la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro ejército; a su constancia, sufrimiento y valor sin ejemplo. A los hombres dignos que, a través de males horrorosos, sostienen y defienden su libertad. A los que han muerto gloriosamente en defensa de su Patria o de su gobierno. A los heridos de ambos ejércitos que han manifestado su intrepidez, su dignidad y su carácter. Odio eterno a los que deseen sangre y la derramen injustamente”.

Por si fuera poco, el brigadier Correa declaró más adelante: “Prefiero este día a todas las victorias de la tierra” y un republicano, cuyo nombre no mencionó el Correo del Orinoco, expresó el deseo de que la última página de la historia militar de la Gran Colombia terminase aquel 27 de noviembre de 1820.

Morillo propuso que se construyera un monumento en el preciso lugar donde Bolívar y él se habían abrazado por primera vez. Aprobada la idea por Bolívar, los 2 jefes condujeron a ese sitio “una piedra angular”, destinada a servir de base al monumento propuesto, que debía ser una pirámide o columna en la cual se grabarían los nombres de los comisionados que negociaron y redactaron los tratados.

Una vez allí, se abrazaron de nuevo los dos líderes y lo hicieron también los demás presentes, invocando todos a la paz.

Morillo, que había llevado consigo a 2 expertos dibujantes, hizo tomar varias escenas de lo ocurrido aquel día, con el propósito de mandar sacar un grabado. Aquella noche, los adversarios momentáneamente reconciliados durmieron bajo un mismo techo y a la mañana siguiente se despidieron dando vivas a Colombia y a España.

Aún en la ciudad de Trujillo se mantiene la casa en donde los plenipotenciarios de la Corona y la República firmaron los tratados; es sede actual del Centro de Historia del estado Trujillo, fundado el 24 de julio de 1958.

En Santa Ana se realizó un monumento que eterniza en el bronce el abrazo de los guerreros que ejecutaron en París el escultor venezolano Lorenzo González, y la obra fue dirigida por el ingeniero Pedro José Rojas.

MinFinanzas/ GP