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Hace 17 años Hugo Chávez levantó las banderas del antiimperialismo y hoy Venezuela continúa victoriosa

La tarde del 16 de mayo de 2004, marcó un punto de inflexión y una fecha de la historia de Venezuela con el decoro de un pueblo que no se doblega, ni se arrodilla frente al hegemon. Fue en el centro de la ciudad, en la avenida Bolívar, en medio de una marea roja, que el Comandante Eterno Hugo Chávez, declaró a la Revolución Bolivariana y al sistema de gobierno con un carácter antiimperialista. Se levantaban las banderas de la dignidad frente a los añejos deseos de imponer el modelo dominante y depredador del capitalismo. Hoy Venezuela sigue firme y victoriosa en su rumbo de independencia.

“Es decir, lo ratifico aquí, la Revolución Bolivariana después de cinco años y tres meses y un poco más de gobierno, y después haber pasado por varias etapas, ha entrado en la etapa antiimperialista. Esta es una revolución antiimperialista y eso la llena de un contenido especial que nos obliga, sí, que nos obliga al pensamiento claro y a la acción, no solo en Venezuela sino en el mundo entero”, declaró el líder revolucionario Hugo Chávez, hace 17 años cuando explicaba la amenaza que significaba el sistema imperialista para los pueblos del Sur.

La coyuntura política había convocado ese día 16 de mayo a las masas a movilizarse por la paz y contra el paramilitarismo colombiano que pretendía agredir y sustentar su modelo de guerra en suelo venezolano. Una vez más la batalla era ideológica, y la urgencia era girar la mirada y la fuerza de la idea hacia la defensa de la soberanía y la independencia legada por nuestros libertadores.

El exhortó al pueblo fue a mantenerse alerta y en unión cívico–militar, tras de haber superado varios ataques e intentos de desestabilización, que no han cesado desde el golpe de Estado de 2002.

De lo anterior surgía una oportunidad de victoria ideológica y con ello el audaz giro que Chávez, como estratega político le imprimió a la lucha bolivariana para rechazar el guión que desde Colombia sumaba al propósito de la Casa Blanca, para instaurar su experimento de dominación que encontró como respuesta el rechazo al imperialismo. Desde entonces la República Bolivariana de Venezuela, transita su curso histórico, como nunca antes, sin tutelaje, ni injerencia extranjera.

Chávez, trajo a colación el pensamiento antiimperialista del Libertador Simón Bolívar, hombre adelantado a los tiempos y quien siempre se opuso a los modelos dominantes contra los pueblos y destacó su particular genialidad cuando el 5 de agosto de 1829, escribió en Guayaquil una carta dirigida al coronel Patricio Campbell, donde había profetizado: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad”.

En una reflexión el líder bolivariano explicó que la dominación de los gobiernos estadounidenses, por demás histórica y apreciada muy temprano por Bolívar, se había materializado: “Todos los gobiernos que de una u otra manera se oponen al imperialismo comienzan a ser atacados, comienzan a ser satanizados, comienzan a ser atropellados. Ya han pasado doscientos años de aquella alerta que hacia el gran líder el gran visionario que fue Simón Bolívar”.

Vale destacar en ese contexto, que desde aquel 16 de mayo de 2004, el país se conduciría con una política antiimperialista, no sólo para expresarla como bandera de soberanía, sino para impulsar su propio modelo de equilibrio, crecimiento y desarrollo en materia social que se le había negado durante el fracasado modelo de ignominia y entreguismo del puntofijismo que generó exclusión, hambre y miseria.

Esta decisión del pueblo que se impulso junto a su líder, también abría las alamedas de la unión latinoamericanista soñada por Bolívar, cuando después de aquel memorable 24 de junio de 1821, en la Batalla de Carabobo, al alcanzar la independencia del coloniaje español de 300 años, emprendió su lucha hacia el Sur, para ir a la consolidación de la Patria grande. De aquel 16 de mayo también nacía la integración de los pueblos del Sur, con Hugo Chávez adelante con la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Petrocaribe, y la señal de la televisora internacional Telesur, entre otras iniciativas.

Los intentos del imperialismo no cesan

Mientras el pueblo avanza hacia su emancipación definitiva, el imperialismo no cesa en tratar de imponerse. Venezuela es un referente en el mundo de una batalla espiritual y moral contra los males del hegemon norteamericano.

Como ya habíamos citado, desde el año 2002, cuando se produjo el golpe de Estado de marca imperialista aupado por la burguesía criolla, se estableció una cronología de agresiones sostenida con inversión financiera desde la Casa Blanca. Nacía la persecución política al modelo de inclusión social del Gobierno Bolivariano, que permanece hasta la partida física del Comandante Eterno Hugo Chávez, y luego con la llegada al poder por la vía democrática del Presidente de la República Nicolás Maduro, hasta nuestros días. El inicio de los ataques de entonces que contó con un modelo de violencia callejera se materializó con la operación “La salida”, liderada por la ultraderecha en voz del político extremista Leopoldo López, y que dejó un lamentable saldo de muertos y heridos. Este fue un primer experimento del imperialismo para hacerse del poder político. El modelo fue replicado en 2017.

A esta estela debemos sumar el conjunto de agresiones expresadas desde el año 2015, con la administración estadounidense de Barack Obama que declaró a Venezuela “una amenaza inusual y extraordinaria”, lo que dio paso a la guerra económica y a la formulación de un conjunto de ilegales sanciones expresadas en bloqueos financieros, y comerciales multiplicados por la era de Donald Trump, que apuntaron a “asfixiar” nuestra economía y con ello producir sufrimiento al pueblo hasta dejarla sin entrada por recursos petroleros.

No podemos dejar de mencionar el rol protagónico de la ultraderecha venezolana liderada por el exdiputado Juan Guaidó, quien en una acción de ladronaje, ha despojado a la nación de sus principales industrias petroleras en el mundo como Citgo y Monómeros, además de hacerse de los recursos financieros de la nación en suelo extranjero, en una parte para llenar sus arcas, y en otra dimensión para que sean administrados en un tutelaje a discreción por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). Se suman todas las acciones de violencia y golpismo como la “Operación Gedeon”, que apuntó al magnicidio, la violencia y asesinato del pueblo, además de entregar la Patria a la administración estadounidense.

Todo lo expuesto ha impedido al Gobierno Bolivariano acceder soberanamente a sus recursos para comprar alimentos, medicinas, insumos y adquirir servicios, al igual que impiden hoy la compra de vacunas, para atender la pandemia de la COVID-19.

En torno a esta batalla antiimperialista que hoy libra el pueblo con el Presidente de la República Nicolás Maduro, vale destacar la valentía y heroicidad que se ha impuesto para derrotar al enemigo histórico. En diciembre del año 2018, el Mandatario Nacional, expresó “me he convertido en la obsesión del imperio y los gobiernos satélites de la oligarquía, todos los días preparan planes, declaran contra mí y contra Venezuela”, y sumó frente al Congreso Bolivariano de los Pueblos que el imperialismo “nos sabotea, nos persigue, y es el enemigo principal de la felicidad del pueblo, la paz y la independencia nacional”.

Hoy cuando Venezuela levanta las banderas de la dignidad y contra el imperialismo, la historia declara que la lucha es de todo un pueblo que en Revolución decidió transitar el camino de la libertad. El sueño de independencia de Bolívar y de Chávez hoy enarbolado por el conductor de victorias Nicolás Maduro, no se rinde y avanza con determinación, coraje y valentía.

¡Viva la Patria!

T:Prensa Vicepresidencia