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¡Seamos un pueblo libre de alimentos transgénicos!

Los alimentos transgénicos son aquellos que incluyen en su composición algún ingrediente que procede de un organismo que se le ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen de otra especie. Gracias a la biotecnología moderna se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarlo de una cualidad especial de la que carece, para que de esta forma las plantas transgénicas puedan resistir las plagas, resistir mejor a los herbicidas y a las sequías, entre otros factores que la suelen afectar.

Son las clásicas verduras o frutas que tienen una vida útil mucho más larga que otros que se plantan naturalmente y su aspecto es diferente, pues son más grandes y con colores más vivos, es decir, más atractivas a la vista, pero no tanto al gusto y olfato.

El control biopolítico donde se impone un modelo de producción agroindustrial dependiente de la importación de insumos, genético, tecnologías y la concentración monopólica de la distribución de alimentos ha causado la intensidad del descalabro de este modelo, sin embargo se sigue subestimando y desconociendo la producción de alimentos que es sostenida por las familias campesinas que siguen resistiendo y produciendo.

Además, según estudios realizados a los Organismos Modificados Genéticamente (OMG), los riesgos a la salud que implica su consumo y cómo sirven para la reproducción de la lógica de las corporaciones del agro-negocio mundial reproduciendo y ampliando las fronteras del control corporativo de la cadena alimentaria y la aguda tensión entre los intereses que amasan sus riquezas a costa de la importación de alimentos con veneno para los pueblos pobres; viéndose perjudicada la producción nacional basada en la agricultura y producción agrícola, campesina y comunal.

Actualmente, la alimentación de la mayoría de la población venezolana ha sido el importante objetivo de la guerra económica que enfrentamos en los últimos años; a causa de esto las posibilidades de alimentarse sana y soberanamente han generado una disminución en la disponibilidad de alimentos y en el incremento especulativo de sus precios.

Por esta razón, el Gobierno Nacional ideó el lanzamiento de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), el cual ha significado una solución clave para la supervivencia de los grandes grupos importadores de alimentos en Venezuela, lo que ha permitido el fortalecimiento de las corporaciones del agronegocio.

Estos actores entran en el mercado internacional en una posición favorecida por el asedio internacional en contra de Venezuela por un lado, y por el otro, por el control monopólico de los medios de producción y la dieta venezolana adicta a harinas, margarinas, aceites y pastas, reproduciendo y ampliando las fronteras del control corporativo de la cadena alimentaria en el país.

En Venezuela, los grandes productores continúan apostando más a la importación de insumos y se han desplegado acciones de distribución planificada de alimentos campo-ciudad en medio de la guerra económica, y así se han realizado paulatinamente jornadas de distribución que garantizan el abastecimiento de proteína animal y productos agroecológicos a precios solidarios al pueblo.

Las líneas de la red popular de producción de semillas, distribución planificada de alimentos, procesamiento de harinas a escala comunitaria, y la producción conuquera, significan una apuesta a la construcción de un tejido que contribuya a un cambio estructural, que incorpore alimentos propios y coloque nuestros recursos y dinero en el sistema nacional, y no en los circuitos importadores especuladores.

Hoy más que nunca hacemos un llamado para concretar los esfuerzos por la soberanía alimentaria, a no entregar nuestra alimentación a manos enemigas, y orientarnos hacia la ruptura de las redes del agronegocio y el fortalecimiento de los tejidos de producción y distribución comunal, campesina y local

T/Agnieska Castellanos