Como la vida misma, emprender es un verbo, no un sustantivo. Es una acción propositiva que impulsa la generación de ideas creadoras y potencia la posibilidad de concretarlas con éxito. La capacidad innata de emprender, ha permitido al ser humano superar obstáculos, emanciparse, evolucionar y motivarse para la materialización de mejores formas de satisfacer sus necesidades.
Pero lo que en un pasado bastante remoto pudo iniciarse a partir de un instinto de supervivencia; hoy es una necesidad de autorrealización personal y/o colectiva, que requiere ser ideada y razonada, pues se enmarca en un contexto social altamente competitivo, de gran desarrollo tecnológico y por ende complejo. Tamaña realidad requiere una conciencia activa, así como la inversión de todos los esfuerzos posibles para la consecución de esas aspiraciones que terminan siendo vitales, dado que exigen en esencia, vivir a plenitud, luchar por un sueño, por unas metas y una vida con sentido.
En medio de la innegable recesión económica que sobrevino en Venezuela a partir del bloqueo económico y las medidas coercitivas unilaterales, agravada por los efectos de la pandemia y el evidente fin de la dependencia de la renta petrolera, producto de la caída de los precios del vital hidrocarburo; miles de venezolanas y venezolanos, la mayoría sin tener la idea conceptual, comenzaron a emprender alguna iniciativa que les permitiera compensar en algo, la pérdida abrupta e inducida del poder adquisitivo. Los más osados e imbuidos de ese espíritu atrevido, aventurero y sagaz que caracteriza a quien emprende una iniciativa económica, no vieron solo una compensación, sino la excelente oportunidad de crecer a partir del cambio de realidad que experimentó el país.
Esto es lo que podríamos denominar, la gestación por vía de hecho de una economía real, el surgimiento de un conjunto de nuevas y nuevos actores económicos, digamos… haciendo algo, ingeniándoselas ante la falta de recursos, identificando oportunidades, produciendo e innovando productos y servicios que terminan por destruir o superar los que previamente ocupan el mercado; o bien traspasando recursos económicos de áreas de baja productividad a otras de mayor rendimiento; actitudes todas que caracterizan a ese ente económico al que se lo conoce como Emprendedor o Emprendedora.
Ahora bien, como dice el refrán popular, no estamos “descubriendo el agua tibia”; si bien la mayoría de los que iniciaron algún emprendimiento, tal vez no estaban consciente del aspecto conceptual de lo que hacían, la noción de emprender no es nada nuevo en el mundo, ni algo exclusivo de la realidad venezolana actual. No obstante, el mérito del presidente Nicolás Maduro Moros, radica en la agudeza que ha tenido al fijar la atención en el fenómeno, para seguidamente orientar y ordenar un plan de atención especial a este importante sector de la economía, que de manera extraordinaria ha coadyuvado a superar la difícil situación económica experimentada a partir de 2015, de la que, a juzgar por los innegables indicadores, ya comenzamos a salir con mucha esperanza y posibilidades reales de crecimiento.
En tal sentido, la política de Emprender Juntos está dirigida a evitar a toda costa, que quienes tienen la audacia y valentía de emprender un negocio o actividad económica, fracasen en el intento. A tal efecto, es imperativo fomentar acciones que mantengan viva la creatividad y dinamismo que caracteriza a las y los emprendedores, en la búsqueda permanente de oportunidades de negocio; sostener ese ímpetu que, a decir del “Libro verde, el espíritu empresarial en Europa”, consiste en “la actitud que permite al emprendedor identificar una oportunidad y luchar por ella para producir nuevo valor o éxito económico. Es la razón fundamental que nos lleva a centrar nuestros esfuerzos en: 1) Formar y capacitar, para dotar a quien emprende de los conocimientos técnicos necesarios para desarrollar la idea de empresa. 2) Revisar el marco regulatorio, puesto que las leyes en las que deben desenvolverse, pueden facilitar o limitar el proceso de concreción exitosa de las ideas. 3) Impulsar un sistema financiero que les permita poner en marcha su idea de negocio, mantenerla activa si ya ha iniciado y finalmente consolidarla. 4) Generar una Red, una especie de ecosistema que fomente la sinergia institucional, interempresarial; en la que producto de la asociación estratégica se posibilite el encadenamiento productivo y el acceso sistema público de compras de insumos, materia prima, equipos, herramientas y demás recursos.
Ya hemos logrado emprender; toca ahora dar un paso y avanzar con optimismo, voluntad y mucho trabajo, por lo que, plenamente conscientes, podemos decir: «no hay camino al emprendimiento… emprender es el camino».
Ricardo Javier Sánchez